septiembre 10, 2007
ANÁLISIS MARXISTA
DEL PROGRAMA DE TELEVISION “BAILANDO POR UN SUEÑO”
por Pedro Sebastián.
“Y entonces tiene uno que soportar sangrando, Consistiendo, los quejidos del pan en la basura, los gritos de las casas habitadas una vez al año, la protesta de todos los vestidos que se pudren inútiles, estériles, como monjas echadas por la fuerza en el silencio cruel de los grandes conventos.” Jorge Debravo.
Aclaración inicial.
Para acometer la presente apreciación, se recurrió a la teoría de los cursos concomitantes de Doc Comparato, y a la teoría para el cambio social de Carlos Marx y Federico Engels usualmente llamada marxismo. Los puntos de la teoría de los cursos concomitantes, tal como se nos pidió en el curso, no están así listados, sino asimilados por el discurso con que se construye dicha apreciación como crítica.
Contexto de este análisis.
El ser humano se equivoca a menudo. Y a veces tan gravemente, que pone en peligro la sobrevivencia de su civilización entera, y del planeta prodigioso que habitamos. En ese contexto se produce la televisión, y en ese contexto veo la televisión.
Podrá uno pensar que la televisión no es lugar para trascendentalismos, para grandes acciones, que mas bien es lugar natural para la trivial diversión de la masa, y el consecuente flujo de dinero hacia los dueños de los medios de producción televisivos, que ostentan, ya sabemos, un poder monstruoso en la sociedad actual. Nos parecerá entonces consecuencia inevitable y natural de una operación sistémica de oferta y demanda. Pero eso sería no ver las cuatro patas del gato (hablo del sistema, del modo de producción televisiva), que en la Costa Rica actual o se defiende panza arriba en cuanto su papel o responsabilidad se cuestionan desde otra ideología que no sea la del capital, el lucro, la pereza mental y el desuso espiritual, o bien se achanta en una programación abandonada y mediocre (caso de Sinart y de alguna programación del cana 15 de la UCR). Ambas opciones que tienen a mi parecer, al borde de la extinción y en plena miseria, al prodigioso universo de la creación audiovisual. Ahora bien que ese miedo demostrado ante el diálogo se escuda en explicaciones a medias sobre la preferencia, la moda, la oferta y la demanda.
Los frutos que el ser humano madura pueden pendular, en el amplio sentido de toda actividad creadora, dentro del cine y la televisión también, desde sublimes creaciones, hasta horrorosos silencios como el de la guerra, silencios como el hambre de mil niños. Tarkovsky, Gutiérrez Alea y los productores de “tierra de hombres” por un lado, y los pobrísimos, para mi hasta vergonzosos, capítulos de algo como “bailando por un sueño” son frutos, resultados del alma humana, o sea hasta cierto punto, resultados de su libertad.
No quiero ser destructivo con mi apreciación de este programa, siempre más bien lo contrario, quiero crear, sentirme bien, crecer, pensar sano, reir. Pero no voy a olvidar a los millones de empobrecidos, de asesinados, de esclavizados, por la ideología retorcida del capital y de su lógica transnacional.
Digo que “bailando pr un sueño” me parece vergonzoso desde mi convencimiento de que la maravilla técnica que implica un invento como la televisión, con toda su técnica y capacidad de sentido, pudiera estar al servicio del pensamiento real de la gente y de la belleza humana, o que al menos podría ser canal para una diversión real, diversión propia, de niveles identitarios más profundos y con objetivos mejores que la enajenación del dinero de los televidentes de las maneras mas descaradas y penosas.
Juicios de valor.
La diferencia entre la buena televisión y la mala televisión, según un análisis ortodoxo que usara al marxismo como universo y método, radicaría en la particular condición de clase, y la conciencia de ésta, de quién ejerce una tal crítica. A mi parecer esa es una parte importante, aunque luego habría que darles una nueva clase a los seres sociales, que no fuera dada por su condición económica, de la que se le pretende liberar junto a su sociedad completa (objeto del marxismo). Esa nueva clase debería de acercarlo, a la hora de la toma de conciencia política en este sentido, a las distintas funciones creativas que tejen su realidad. Así los oficios creadores de sentido (cine, televisión, escritura, pintura, religión, política, arquitectura, etcétera) tendrían que estar al alcance de su experiencia de búsqueda y emprendimiento. Entonces los juicios de valor pasarían a tener que ver, en la buena televisión, con lo representativo que esta pueda ser del imaginario cultural del televidente, y la mala televisión se mediría por ejemplo, por la negación de ese imaginario y la imposición de otro, sin posibilidades de participación, y mucho menos de crítica.
Desde allí trataré de darle foco a la imagen despertada en mi por el visionado crítico de “bailando por un sueño” en su transmisión por canal 7 el sábado 18 de agosto del año 2007d.c., 2 Q’anel según el calendario CH’OL Q’IJ, o calendario sagrado maya, usado por miles de indígenas desde el sur-sureste de México hasta el Norte de las fronteras de Guatemala con Honduras y El Salvador.
La diversidad cultural frente al pensamiento único.
Hay diversas formas, todas válidas, todas respetables, todas maravillosas, de concebir el tiempo, y de darle significados a la vida subjetiva que desarrollamos. ¿Porqué será que solo la forma dominante, occidental, agringada pués, es la única con derecho a experimentar el uso de la televisión? Al mismo tiempo, en el vertiginoso acomodamiento de la globalización, hay mucha necesidad de replantearnos cosas fundamentales, de inventarnos soluciones, de encontrarnos frente a frente. El ser humano ha de crearse a sí mismo para renovar el mundo actual, tan plagado de injusticias y de cosas horribles. Quizás aún estemos a tiempo de virar el rumbo, la ciencia, la experiencia, el arte, la ecología, están a disposición para que se reflexione más allá de nuestro entorno inmediato.
Costa Rica particularmente, y todo territorio organizado políticamente como estado nacional, tiene suficientes particularidades, suficientes cerebros creadores, suficientes historias y miradas, que si se despertasen, lograrían algo más que la forma mas barata de imitar un programa de televisa. Lo más grave es que esa forma mas barata, es producida realmente por la misma televisa. O sea, ni siquiera es una apropiación local de un fenómeno global, es mas bien una experiencia de aplicación de una forma de hacer fluir dinero en una dirección controlada.
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La ideología del concurso.
Las democracias se preguntan algo ciegas, algo cómodas, que por qué será que los ciudadanos no se interesan en votar, en opinar, en atender a su estado como parte intrínseca de la organización de su imaginario inmediato. Pero este asunto esta en relación dialéctica directa a otro asunto simultáneo, que es invisibilizado por un falso caracter de natural e incuestionable, dado a la vida privada y empresarial, en donde privan más bien formas de organización verticales y casi militares, en que un inferior, por ejemplo, no puede siquiera enterearse de lo que piensa un superior acerca del objetivo de ser de tal relación humana, o del objetivo último de la empresa vista como organización social y espacio de lo subjetivo.
Mitología de la participación.
En un falso lugar intermedio se ubica la interacción de un programa como “bailando por un sueño”, en que se invita al ciudadano sediento de imágenes propias, a participar desde su casa influyendo en el desarrollo narrativo (en ese sentido es también un reality) de los hechos televisados. Decir que es loable el interés por ayudar a esta pobre gente, sería engañarnos, quedarnos en la mala apariencia de un asunto mas complejo que eso. Si los dueños patronos de “bailando por un sueño” contabilizaran públicamente sus ganacias, el público quedaría aterrado ante lo que se podría hacer, no por una persona sino por cientos, quizás miles, si esa misma cantidad estuviera disponible más democráticamente.
Por el otro lado, decir que “bailando por un sueño” no tiene mayores consecuencias, mientras que se desarrolla libremente, sería ignorar el poder de los medios masivos para configurar una realidad simbólica y por lo tanto y luego, una realidad económica. Decir que hay una buena acción en todo esto, sería ignorar que en este programa y en muchos programas, se está representando un acontecer, un relato, desde el universo general de una competencia, de un dramatismo de fracasos y triunfos, de sueños truncados, sin el interés sincero en resolver los problemas que causaron una desgracia como la exhibida por los denominados soñadores, todo con el sencillo objetivo de generar ganancias punto.
Asi tenemos que el ciudadano sonriente y positivo, que enciende el tele ávido de explorar la tecnología televisión, se topa con un par de rostros conocidos, con unos soñadores que hablan como él, que pueden ser sus vecinos, y a los que identifican como sus representantes en el mundo televisivo. El sonriente espectador positivo se conmueve, se queda, llama, no cambia de canal, regala su dinero, paga por participar, vive un remedo de democracia, en el que influye sobre el destino de los soñadores, al nivel mas trivial y aislado. Para este momento “bailando por un sueño” como universo creado, es una especie de deus et machina, de institución social que otorga la riqueza para la solución de un problema, visto falsa y superficialmente como económico, pero aislado de causas económicas visibles.
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Mi posición.
Se que mi posición no es la más común, ni la más cómoda de sostener, pero comprometido como estoy en la creación de un nuevo humanismo de participación democrática radical, no puedo sino pensar en ese sentido y ser duro con la crítica de lo que me resulta alarmante, aunque me sea difícil atisbar qué tipo de realidad social y simbólica podría dar vientre a la aparente utopía que imagino.
VINCULACIÓN ARBITRARIA ENTRE “BAILANDO POR UN SUEÑO” Y EL HEAVI METAL.
El lenguaje visual utilizado en “bailando por un sueño” se me imaginó parecido a lo que siento de cierto heavy metal, en que bajo el maquillaje de una distorsión indiscriminada se pretende una cierta malicia y oscuridad, que al quitársele, dejaría al descubierto sencillas rancheras o chistosas polcas de dos acordes.
Me imaginaba ver el escenario de “bailando por un sueño” a través de una cámara sencilla y fija, en blanco y negro, y como esta visión nos desnudaría la realidad de lo que allí acontece: nada más que una serie de efectos y de apariencias para construir una trampa del consumo (el objeto fundamental de esta producción es el lucro y punto). Sin esa utilización de las cámaras, las grúas, las atractivas modelos y soñadoras, la nada se revelaría: la miseria humana en su más baja expresión. Los cursos todos contenidos en esta producción, están ideados como una fórmula para lograr una apariencia que logre la estimulación del televidente hacia el consumo y el gasto.
La producción entera resulta ser no más que un recurso probado y bastante eficiente para la labor primordial que se impone a la creación audiovisual: la de obtener dinero.
Percurso insospechado.
Acepto totalmente que esta crítica realizada, esta reflexión sobre “bailando por un sueño” es parte de ella, como percurso insospechado de su realización, y como el inicio de su destrucción. Y espero que en algún sentido nutra al pensamiento crítico acerca de los hechos culturales populares que llegan a suplir la ausencia de un arte local, y la mediocridad de una producción televisiva y cinematográfica. Es cierto, nadie nos impide con mucho esmero, nuestro trabajo creador, y que creo se hace cada vez mas necesario.
DEL PROGRAMA DE TELEVISION “BAILANDO POR UN SUEÑO”
por Pedro Sebastián.
“Y entonces tiene uno que soportar sangrando, Consistiendo, los quejidos del pan en la basura, los gritos de las casas habitadas una vez al año, la protesta de todos los vestidos que se pudren inútiles, estériles, como monjas echadas por la fuerza en el silencio cruel de los grandes conventos.” Jorge Debravo.
Aclaración inicial.
Para acometer la presente apreciación, se recurrió a la teoría de los cursos concomitantes de Doc Comparato, y a la teoría para el cambio social de Carlos Marx y Federico Engels usualmente llamada marxismo. Los puntos de la teoría de los cursos concomitantes, tal como se nos pidió en el curso, no están así listados, sino asimilados por el discurso con que se construye dicha apreciación como crítica.
Contexto de este análisis.
El ser humano se equivoca a menudo. Y a veces tan gravemente, que pone en peligro la sobrevivencia de su civilización entera, y del planeta prodigioso que habitamos. En ese contexto se produce la televisión, y en ese contexto veo la televisión.
Podrá uno pensar que la televisión no es lugar para trascendentalismos, para grandes acciones, que mas bien es lugar natural para la trivial diversión de la masa, y el consecuente flujo de dinero hacia los dueños de los medios de producción televisivos, que ostentan, ya sabemos, un poder monstruoso en la sociedad actual. Nos parecerá entonces consecuencia inevitable y natural de una operación sistémica de oferta y demanda. Pero eso sería no ver las cuatro patas del gato (hablo del sistema, del modo de producción televisiva), que en la Costa Rica actual o se defiende panza arriba en cuanto su papel o responsabilidad se cuestionan desde otra ideología que no sea la del capital, el lucro, la pereza mental y el desuso espiritual, o bien se achanta en una programación abandonada y mediocre (caso de Sinart y de alguna programación del cana 15 de la UCR). Ambas opciones que tienen a mi parecer, al borde de la extinción y en plena miseria, al prodigioso universo de la creación audiovisual. Ahora bien que ese miedo demostrado ante el diálogo se escuda en explicaciones a medias sobre la preferencia, la moda, la oferta y la demanda.
Los frutos que el ser humano madura pueden pendular, en el amplio sentido de toda actividad creadora, dentro del cine y la televisión también, desde sublimes creaciones, hasta horrorosos silencios como el de la guerra, silencios como el hambre de mil niños. Tarkovsky, Gutiérrez Alea y los productores de “tierra de hombres” por un lado, y los pobrísimos, para mi hasta vergonzosos, capítulos de algo como “bailando por un sueño” son frutos, resultados del alma humana, o sea hasta cierto punto, resultados de su libertad.
No quiero ser destructivo con mi apreciación de este programa, siempre más bien lo contrario, quiero crear, sentirme bien, crecer, pensar sano, reir. Pero no voy a olvidar a los millones de empobrecidos, de asesinados, de esclavizados, por la ideología retorcida del capital y de su lógica transnacional.
Digo que “bailando pr un sueño” me parece vergonzoso desde mi convencimiento de que la maravilla técnica que implica un invento como la televisión, con toda su técnica y capacidad de sentido, pudiera estar al servicio del pensamiento real de la gente y de la belleza humana, o que al menos podría ser canal para una diversión real, diversión propia, de niveles identitarios más profundos y con objetivos mejores que la enajenación del dinero de los televidentes de las maneras mas descaradas y penosas.
Juicios de valor.
La diferencia entre la buena televisión y la mala televisión, según un análisis ortodoxo que usara al marxismo como universo y método, radicaría en la particular condición de clase, y la conciencia de ésta, de quién ejerce una tal crítica. A mi parecer esa es una parte importante, aunque luego habría que darles una nueva clase a los seres sociales, que no fuera dada por su condición económica, de la que se le pretende liberar junto a su sociedad completa (objeto del marxismo). Esa nueva clase debería de acercarlo, a la hora de la toma de conciencia política en este sentido, a las distintas funciones creativas que tejen su realidad. Así los oficios creadores de sentido (cine, televisión, escritura, pintura, religión, política, arquitectura, etcétera) tendrían que estar al alcance de su experiencia de búsqueda y emprendimiento. Entonces los juicios de valor pasarían a tener que ver, en la buena televisión, con lo representativo que esta pueda ser del imaginario cultural del televidente, y la mala televisión se mediría por ejemplo, por la negación de ese imaginario y la imposición de otro, sin posibilidades de participación, y mucho menos de crítica.
Desde allí trataré de darle foco a la imagen despertada en mi por el visionado crítico de “bailando por un sueño” en su transmisión por canal 7 el sábado 18 de agosto del año 2007d.c., 2 Q’anel según el calendario CH’OL Q’IJ, o calendario sagrado maya, usado por miles de indígenas desde el sur-sureste de México hasta el Norte de las fronteras de Guatemala con Honduras y El Salvador.
La diversidad cultural frente al pensamiento único.
Hay diversas formas, todas válidas, todas respetables, todas maravillosas, de concebir el tiempo, y de darle significados a la vida subjetiva que desarrollamos. ¿Porqué será que solo la forma dominante, occidental, agringada pués, es la única con derecho a experimentar el uso de la televisión? Al mismo tiempo, en el vertiginoso acomodamiento de la globalización, hay mucha necesidad de replantearnos cosas fundamentales, de inventarnos soluciones, de encontrarnos frente a frente. El ser humano ha de crearse a sí mismo para renovar el mundo actual, tan plagado de injusticias y de cosas horribles. Quizás aún estemos a tiempo de virar el rumbo, la ciencia, la experiencia, el arte, la ecología, están a disposición para que se reflexione más allá de nuestro entorno inmediato.
Costa Rica particularmente, y todo territorio organizado políticamente como estado nacional, tiene suficientes particularidades, suficientes cerebros creadores, suficientes historias y miradas, que si se despertasen, lograrían algo más que la forma mas barata de imitar un programa de televisa. Lo más grave es que esa forma mas barata, es producida realmente por la misma televisa. O sea, ni siquiera es una apropiación local de un fenómeno global, es mas bien una experiencia de aplicación de una forma de hacer fluir dinero en una dirección controlada.
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La ideología del concurso.
Las democracias se preguntan algo ciegas, algo cómodas, que por qué será que los ciudadanos no se interesan en votar, en opinar, en atender a su estado como parte intrínseca de la organización de su imaginario inmediato. Pero este asunto esta en relación dialéctica directa a otro asunto simultáneo, que es invisibilizado por un falso caracter de natural e incuestionable, dado a la vida privada y empresarial, en donde privan más bien formas de organización verticales y casi militares, en que un inferior, por ejemplo, no puede siquiera enterearse de lo que piensa un superior acerca del objetivo de ser de tal relación humana, o del objetivo último de la empresa vista como organización social y espacio de lo subjetivo.
Mitología de la participación.
En un falso lugar intermedio se ubica la interacción de un programa como “bailando por un sueño”, en que se invita al ciudadano sediento de imágenes propias, a participar desde su casa influyendo en el desarrollo narrativo (en ese sentido es también un reality) de los hechos televisados. Decir que es loable el interés por ayudar a esta pobre gente, sería engañarnos, quedarnos en la mala apariencia de un asunto mas complejo que eso. Si los dueños patronos de “bailando por un sueño” contabilizaran públicamente sus ganacias, el público quedaría aterrado ante lo que se podría hacer, no por una persona sino por cientos, quizás miles, si esa misma cantidad estuviera disponible más democráticamente.
Por el otro lado, decir que “bailando por un sueño” no tiene mayores consecuencias, mientras que se desarrolla libremente, sería ignorar el poder de los medios masivos para configurar una realidad simbólica y por lo tanto y luego, una realidad económica. Decir que hay una buena acción en todo esto, sería ignorar que en este programa y en muchos programas, se está representando un acontecer, un relato, desde el universo general de una competencia, de un dramatismo de fracasos y triunfos, de sueños truncados, sin el interés sincero en resolver los problemas que causaron una desgracia como la exhibida por los denominados soñadores, todo con el sencillo objetivo de generar ganancias punto.
Asi tenemos que el ciudadano sonriente y positivo, que enciende el tele ávido de explorar la tecnología televisión, se topa con un par de rostros conocidos, con unos soñadores que hablan como él, que pueden ser sus vecinos, y a los que identifican como sus representantes en el mundo televisivo. El sonriente espectador positivo se conmueve, se queda, llama, no cambia de canal, regala su dinero, paga por participar, vive un remedo de democracia, en el que influye sobre el destino de los soñadores, al nivel mas trivial y aislado. Para este momento “bailando por un sueño” como universo creado, es una especie de deus et machina, de institución social que otorga la riqueza para la solución de un problema, visto falsa y superficialmente como económico, pero aislado de causas económicas visibles.
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Mi posición.
Se que mi posición no es la más común, ni la más cómoda de sostener, pero comprometido como estoy en la creación de un nuevo humanismo de participación democrática radical, no puedo sino pensar en ese sentido y ser duro con la crítica de lo que me resulta alarmante, aunque me sea difícil atisbar qué tipo de realidad social y simbólica podría dar vientre a la aparente utopía que imagino.
VINCULACIÓN ARBITRARIA ENTRE “BAILANDO POR UN SUEÑO” Y EL HEAVI METAL.
El lenguaje visual utilizado en “bailando por un sueño” se me imaginó parecido a lo que siento de cierto heavy metal, en que bajo el maquillaje de una distorsión indiscriminada se pretende una cierta malicia y oscuridad, que al quitársele, dejaría al descubierto sencillas rancheras o chistosas polcas de dos acordes.
Me imaginaba ver el escenario de “bailando por un sueño” a través de una cámara sencilla y fija, en blanco y negro, y como esta visión nos desnudaría la realidad de lo que allí acontece: nada más que una serie de efectos y de apariencias para construir una trampa del consumo (el objeto fundamental de esta producción es el lucro y punto). Sin esa utilización de las cámaras, las grúas, las atractivas modelos y soñadoras, la nada se revelaría: la miseria humana en su más baja expresión. Los cursos todos contenidos en esta producción, están ideados como una fórmula para lograr una apariencia que logre la estimulación del televidente hacia el consumo y el gasto.
La producción entera resulta ser no más que un recurso probado y bastante eficiente para la labor primordial que se impone a la creación audiovisual: la de obtener dinero.
Percurso insospechado.
Acepto totalmente que esta crítica realizada, esta reflexión sobre “bailando por un sueño” es parte de ella, como percurso insospechado de su realización, y como el inicio de su destrucción. Y espero que en algún sentido nutra al pensamiento crítico acerca de los hechos culturales populares que llegan a suplir la ausencia de un arte local, y la mediocridad de una producción televisiva y cinematográfica. Es cierto, nadie nos impide con mucho esmero, nuestro trabajo creador, y que creo se hace cada vez mas necesario.
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